DOLORES ZEA

Dolores Zea Urbano nació en Málaga en 1855, ciudad donde obtuvo el título de maestra superior. Se casó en Colmenar (Málaga) con José Torrubia Rojas, natural de Iznájar (Córdoba), donde vivieron unos años con sus hijos Félix y José. En 1888 la familia se mudó a Fuengirola, ciudad malagueña en la que nació su hija Carmen, y poco después se trasladaron a Málaga, comenzando Dolores su afiliación a la masonería. En 1891 se inició en la Logia Nueva Bética adoptando el nombre simbólico de Esperanza con el cargo de «oradora adjunta». Dos años más tarde ya era «maestra masón» (grado 3) y ocupaba el puesto de «Oradora».

En 1895 la familia se marchó a Barcelona y tuvo que relacionarse con los pujantes círculos femeninos librepensadores que allí encabezaban Amalia Domingo Soler, Belén Sárraga Hernández y Ángeles López de Ayala. Estuvo unos primeros años sin aparecer en la prensa pero en 1898, cuando se convirtió en Secretaria de la Sociedad Progresiva Femenina que se había fundado en el mes de mayo y teniendo como presidenta a Ángeles López de Ayala, su vida va a cambiar radicalmente. También comenzó su carrera como «maestra laica» en la escuela para niñas que fundo la Progresiva Femenina. A partir de entonces, la veremos en numerosas ocasiones acompañando a su amiga Ángeles en actos librepensadores y de defensa de la enseñanza laica, y del laicismo en general, incluyendo el subirse a la tribuna y convirtiéndose en conocida oradora.

En Barcelona también siguió afiliada a la masonería, ingresando en 1899 en la Logia Constancia, al igual que su marido José Torrubia, y donde Ángeles López de Ayala ya era Oradora desde unos años antes.

En diciembre de 1899 se convirtió en Administradora de la revista El Progreso, que había reaparecido como «Órgano de la Sociedad Progresiva Femenina, de todas las sociedades femeninas y de las mujeres obreras», y que dirigía su amiga Ángeles López de Ayala.

Sin conocerse los motivos, después de casi ocho años muy intensos compartiendo militancia con Ángeles, en noviembre de 1906 dejó de ser Secretaria de la Sociedad Progresiva Femenina, y también dejó de dirigir su escuela laica. Pocas semanas después, a principios de 1907, Dolores fundará y dirigirá el Colegio libre Flammarión, donde también impartirá clase su esposo y más adelante su hijo José y su hija Carmen.

A partir de entonces se volcó en la Agrupación Librepensadora de los barrios de Gracia y San Gervasio, a la que pertenecía desde su fundación en 1904, y convirtiéndose en una de sus dirigentes. A partir de su salida de la Progresiva, a Dolores se la mencionará como «la dirigente del grupo de mujeres» de la Agrupación de Librepensadores, interviniendo en la manifestación feminista del 10 de julio de 1910 en Barcelona y en el Congreso Librepensador de Barcelona del otoño de dicho año.

Ella y toda su familia asistió de forma activa a los funerales de la librepensadora feminista y espiritista Amalia Domingo Soler, en abril de 1909, de quien se consideraba una «gran amiga». Dolores y su hija Carmen participaron en veladas literarias espiritistas en los siguientes aniversarios de la muerte de Amalia Domingo.

Dolores Zea siempre sintió fervor por las ideas republicanas, pero al contrario que sus amigas y correligionarias como Ángeles López de Ayala, nunca militó ni simpatizó con el partido radical de Lerroux, abrazando más bien las ideas socialistas, al igual que su hijo José. Desde 1910 se consideró una «republicana socialista», y en las fiestas que organizaban las sociedades donde se integró se cantaba tanto La Marsellesa como La Internacional.

Antes de que acabara la década se reconcilió con Ángeles López de Ayala, ella y su hijo publicaron algunas colaboraciones en el nuevo semanario de Ángeles El Gladiador del Librepensamiento y firmó un comunicado sufragista de la Liga Española para el Progreso de la Mujer (Valencia, 1918) junto a una docena de mujeres de la Progresiva Femenina como si hubiera vuelto a formar parte de dicho colectivo.

Esta reconciliación con su amiga se confirmó dolorosamente en 1926 con su asistencia y la de su hija Carmen a los funerales de Ángeles López de Ayala en el cementerio civil de Barcelona. También parece que sus correligionarias quisieron sellar esa renacida amistad otorgándole la Presidencia honoraria de la Asociación librepensadora y benéfica «Ángeles López de Ayala» que habían fundado a los pocos días de su defunción.

Puede parecer una casualidad, pero un año después, en 1927, una Dolores Zea de 72 años también abandonó la Barcelona republicana, feminista y librepensadora de finales de siglo y principios del XX, que con tanto empeño ayudó a levantar junto a otras grandes figuras históricas femeninas que tuvieron la suerte de alcanzar más resonancia que ella.

Se marchó a la cercana villa de El Masnou con su hijo José Torrubia Zea y su familia, y al acabar la guerra en Barcelona a finales de 1938 se fue a vivir a Canet de Mar (Barcelona) donde acabó sus días en septiembre de 1941, a la edad de 91 años.



Fuente: "Dolores Zea y otras mujeres en los márgenes del librepensamiento», de Manuel Almisas Albéndiz. Editorial Soroeste, El Puerto (Cádiz), septiembre de 2020.

 

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